El miércoles 16 de octubre se celebró una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU para discutir la crisis humanitaria en la Franja de Gaza. Francia, Gran Bretaña y Argelia insistieron en celebrar la reunión.

Según la embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield, la administración estadounidense exigió a Jerusalén pruebas de que Israel no utiliza la hambruna en la Franja de Gaza como arma de guerra. Dijo que “seguir una política de hambruna sería horrible e inaceptable” y “según el derecho internacional y estadounidense habría consecuencias”.

“El gobierno israelí sostiene que el suministro de alimentos y otros bienes esenciales a Gaza continuará. Estamos monitoreando cómo se desarrolla esto en la práctica”, dijo Thomas-Greenfield.

La reunión del Consejo de Seguridad de la ONU tuvo lugar un día después de que se conociera una carta con un ultimátum enviada por el secretario de Estado, Antony Blinken, y el secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, al ministro de Defensa israelí, Yoav Galant, y al ministro de Asuntos Estratégicos, Ron Dermer. Dijo que Estados Unidos podría cortar las entregas de armas si Israel no toma medidas para garantizar el acceso de la ayuda al norte de la Franja de Gaza. Para cumplir con la solicitud de la administración de Joe Biden, Israel tiene 30 días.

Linda Thomas-Greenfield también advirtió que Israel no debería etiquetar a los residentes del norte de la Franja de Gaza como militantes simplemente porque se niegan a cumplir con una orden de evacuación del ejército israelí.

El representante permanente de Israel ante la ONU, Danny Danon, afirmó que la hambruna en la Franja de Gaza es consecuencia de que la ayuda humanitaria que llega allí en cantidades suficientes cae en manos de Hamás y no llega a quienes la necesitan. “El problema es Hamás, que roba y revende ayuda humanitaria para alimentar su maquinaria terrorista”, dijo Danon.

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