Encendiendo las velas y terminando el sábado:
Jerusalén – 17:48, 19:04
Tel-Aviv – 18:08, 19:05
Haifa – 17:59, 19:05
Cerveza Sheva – 18:10, 19:05
Elat – 18:00, 19:04
Las velas de Shabat se encienden 18 minutos antes del atardecer (en Jerusalén, 40 minutos).
Después de encender las velas, cúbrase los ojos con las palmas de las manos y diga la bendición: “Baruch Ata, Adonai Eloeinu melekh aolam, asher kidshanu bemitsvotav vetsivanu leadlik ner shel Shabat”. (Bendito eres Tú, Señor nuestro Dios, Soberano del mundo, que nos santificó con Sus mandamientos y nos ordenó encender la vela de Shabat).
Este sábado se leen en las sinagogas las porciones de la Torá “Nitzavim” y “Vayelej”.
El capítulo “Nitzavim” aborda los principios clave del judaísmo. Unidad del pueblo de Israel: “Hoy todos vosotros estáis delante del Altísimo: los jefes de vuestras tribus, los ancianos, los capataces, todo judío; Hay entre vosotros hijos, mujeres y extraños, desde el leñador hasta el aguador”. Liberación futura: Moshé advierte sobre el exilio y la desolación de la Tierra que se avecinan si el pueblo de Israel se aleja de las leyes del Altísimo. Sin embargo, también profetiza que eventualmente “volveréis al Altísimo, y él hará volver a vuestros desterrados, reuniéndolos de todas las naciones. Aunque vuestros desterrados estén en los confines del cielo, desde allí os reunirá y os llevará a la tierra que poseyeron vuestros antepasados.
Relevancia y accesibilidad de la Torá: “Este mandamiento que os doy hoy no está oculto para vosotros ni está distante. Ella no está en el Cielo… Ni en ultramar… Pero esta palabra está cerca de ti: en tus labios y en tu corazón, para que la puedas cumplir”. Libertad de elección: “Mira, te ofrezco hoy vida y bien, muerte y mal, porque te mando que ames al Altísimo, sigas sus caminos y guardes sus mandamientos… Te he ofrecido vida y muerte, bendición y maldición. ¡Elige la vida!”
El capítulo “Vayelech” describe los acontecimientos del último día de la vida de Moshé. El líder del pueblo judío transfiere el liderazgo a Yehoshua, completa la escritura de la Torá y entrega el rollo a los levitas para que lo guarden en el Arca de la Alianza. Se da el mandamiento de una asamblea general: cada siete años, en la festividad de Sucot del primer año del ciclo Shemita, todo el pueblo judío – hombres, mujeres y niños – debe reunirse en el Templo de Jerusalén, donde el rey leerá la Torá para ellos. El capítulo termina con la predicción de que el pueblo de Israel romperá el pacto del Altísimo, por lo que Dios ocultará Su rostro, pero la Torá nunca será olvidada por la posteridad.