Los científicos de la Universidad Hebrea de Jerusalén analizaron más de mil millones de reseñas en línea en varios sistemas de calificación para descubrir si las calificaciones de productos y servicios dadas por hombres y mujeres difieren.

Hoy en día, casi todas las plataformas en línea que ofrecen bienes y servicios recopilan calificaciones y forman calificaciones. Estas valoraciones influyen en gran medida en el posicionamiento de los productos en las listas de recomendaciones y en otras preferencias de los usuarios. Hasta ahora, tanto los científicos como los empresarios creían que la objetividad de la evaluación que regula la demanda está garantizada por su carácter masivo: si alguien sobrevalora un poco, seguramente alguien subestimará. Pero resulta que esto no es del todo cierto.

Científicos de la Universidad Hebrea analizaron las valoraciones que mujeres y hombres otorgaban a los mismos productos. En total, se recaudaron 1.200 millones de evaluaciones de este tipo. Además, se llevaron a cabo dos experimentos independientes, cuyo objetivo principal era conocer la calificación real que el usuario otorga al producto y comparar esta calificación real con la que indica en la calificación online.

Como lo han demostrado experimentos independientes, tanto mujeres como hombres, en promedio, evalúan los productos de manera bastante objetiva y aproximadamente por igual. Esto sucede hasta que se les pide que den una valoración públicamente. Aquí es donde surgen las diferencias entre mujeres y hombres.

Como mostró el estudio, basándose en una escala de 5 puntos, las puntuaciones de las mujeres son aproximadamente 0,1 puntos más altas que las de los hombres. Al mismo tiempo, es mucho menos probable que las mujeres dejen reseñas negativas detalladas que los hombres, incluso si no les gusta el producto. Las mujeres obtuvieron 0,1 puntos menos en sus valoraciones, lo que en el caso de valoraciones altas provoca importantes distorsiones.

No hay explicaciones adicionales para este fenómeno. Tampoco hay recomendaciones. Está claro que es imposible realizar ajustes en la calificación en función de su composición por género. (Esto sería discriminación de género). Pero los científicos no saben qué hacer al respecto. Por supuesto, se puede alentar a las mujeres a ser más objetivas y no tener miedo de molestar a los fabricantes, pero es poco probable que sigan ese llamado.

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