Las noticias sobre la posible abolición de los billetes de 200 shékels, que se conocieron hace aproximadamente una semana y media y circularon muy activamente en la prensa, provocaron el pánico esperado entre la población.

Según la publicación económica Calcalist, la gente hacía cola en las casas de cambio, tratando de cambiar el efectivo acumulado por dinero lo más rápido posible, y el tipo de cambio en las oficinas de cambio, como era de esperar, se disparó.

En total, en medio del pánico, la gente invirtió alrededor de 100 millones de shéquels en los bancos y los cambió por moneda extranjera, entre 3 y 4 veces más de lo habitual. Y luego el Banco de Israel emitió una refutación, afirmando que la autoridad para retirar ciertos billetes de la circulación pertenece, por ley, exclusivamente al presidente del Banco de Israel, y él no tomó tal decisión.

Sin embargo, incluso después de este anuncio, el número de billetes de 200 NIS que se depositan en cuentas de depósito y se canjean por dólares sigue siendo elevado.

Según la publicación, la cantidad total de efectivo en manos de la población se estima en aproximadamente 132 mil millones de shéquels, y el 80% de esta cantidad se guarda en billetes de 200 NIS.

Los bancos admitieron que les sorprendió el volumen de depósitos en efectivo de la población. Los expertos subrayan que incluso si se aprobara una ley de este tipo, el proceso llevaría años, pero sólo fueron necesarios unos días de titulares “amarillos” y aterradores para que la gente llevara dinero a los bancos y casas de cambio.

Las casas de cambio, ante la avalancha de demanda, aumentaron la comisión por conversión de moneda: vendían dólares a un precio de unos 20 agorots más que el tipo oficial del Banco de Israel, y euros a unos 10 agorots más, y la gente seguía comprando .

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